Demasiado tarde

Y de tanto procrastinar envejeció, Más de lo que nunca llegó a imaginar. Y aquella bofetada de realidad le turbó el pensamiento y le hizo agachar la cabeza.

Fue entonces cuando la autocompasión afloró de nuevo, pero esta vez no para entorpecer su caminar, sino para ofrecerle su propio reflejo. Al abrir los ojos se dio asco y se entregó a la realidad para deshacerse de los enjambres de sombras de sus demonios antes de morir.

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