La edición del autor novel y el mundo presente.

Siempre ha tenido un tono extraordinario el pensar que un conocido o alguien allegado a ti ha publicado un libro. Para la mayoría de la gente con ciertas inquietudes artísticas, la idea de publicar su propio libro es casi como un sueño, en la mayoría de los casos muy difícil de conseguir. Cuando un amigo te comentaba, ¿Sabes? Fulano ha publicado una novela, el primer pensamiento que se le viene a uno a la cabeza es, Vaya, debe de ser realmente bueno escribiendo. Porque la realidad es que todos tenemos interiorizado que hacer llegar al público desconocido la propia obra, es cuanto menos una hazaña.

Pienso que esto es así desde hace muchos años. Sin embargo no han faltado atrevidos aventureros y apasionados de la literatura, que hayan luchado duro. En primer lugar para empezar y terminar su novela, y en segundo lugar para descubrir el desconocido y escurridizo mundo editorial con el humilde propósito de ser leído por lectores anónimos.

A grandes rasgos existen tres tipos de editoriales:

Siempre ha existido el camino paralelo de los concursos literarios. En los que a menudo el aspirante a ganar el premio en metálico o ser escogido como autor apto para ser publicado, terminaba cansado, abatido y sobre todo muy frustrado. Cuantos habrán olvidado su manuscrito en un cajón, o incluso lo hayan hecho servir como combustible para la lumbre de oscuros inviernos, tras los resultados de los concursos en los que habían participado. Además éstas prácticas, tenían consecuencias muy negativas económicamente, porque entre copias en papel, en ocasiones requeridas por duplicado y el envío postal, participar en los concursos suficientes para tener opciones, significaba gastar una suma importante de dinero.

Hasta el momento me estoy refiriendo a cómo funcionaba la cosa antes, en las décadas anteriores, cuando todo era físico y se podía tocar. Cuando los objetos eran finitos y se podían contar. Si nos centramos en el presente, ejercicio que recomiendo practicar con frecuencia, podemos ser testigos de un panorama editorial casi posapocalíptico. Una vasta y yerma extensión cubierta de cenizas, en la que sólo unas pocas editoriales, de las de antes, aguantan su propio peso a duras penas, humeantes y ennegrecidas.

Y sobre éste páramo, suspendidas a mucha altura sobre el humo rizado, las editoriales y nuevas plataformas digitales crecen con suavidad, alimentadas por una sociedad ávida de nuevas tecnologías y azuzada por el capitalismo más feroz que nunca se haya conocido.

Aún con todo, las editoriales que siguen publicando sus libros en papel, aferradas al exotismo del pasado, intentan compensar la caída en picado de las ventas con precios que el lector califica de inauditos.

No me extenderé en lo que para mi se desprende de lo anterior con una obviedad apabullante. Pocos minutos de reflexión bastan para entender cual es el futuro de la literatura a nivel comercial. Y no solo con vistas a «vender» sino a la distribución y divulgación de la cultura allende los siete mares.

Y con todo esto, podemos imaginar también, el enorme abanico de posibilidades del que dispone ahora el escrito novel que lucha por ser leído. Ya no queda en manos de unos desconocidos el esfuerzo de promocionar la obra del escritor. Ahora es él mismo quien puede llegar hasta donde su ímpetu y tesón le permitan. Las nuevas tecnologías están ahí para ofrecer diferentes caminos y herramientas, para eliminar molestos y laberínticos intermediarios. Estar cara a cara con el lector, con miles de ellos. Tener la posibilidad de recibir una crítica directa del lector, del lector anónimo y desconocido. De obtener críticas transparentes, limpias y reales de aquellos que han dedicado su tiempo a leerte. Ellos por otra parte podrán recibir una contestación del propio autor del libro. Una comunicación impensable hace pocos años. Todo son ventajas.

Debería aclarar de todas maneras, que no hablo de hacer de la literatura tu fuente de ingresos. Todo aquel que quiera ganarse la vida siendo escritor, debe aún hoy, seguir senderos peligrosos y poco conocidos para muchos, de los que no voy a hablar aquí. El propósito de éste artículo es recapacitar sobre el pasado, presente y futuro de la divulgación cultural que ofrece la literatura. Y de qué papel juega el autor novel en este momento.

Por ello quiero aprovechar para animar a todo aquel que tenga la inquietud indómita de escribir, a que lo haga. Y que cuando empiece a escribir la idea de «y luego qué» no contamine en absoluto sus deseos de expresarse.

Escribe.

7 comentarios

  1. Hola trenZ, me agrada mucho tu árticulo ya que pones en papel el pensamiento de muchos, siempre encuentro en tus cuentos, libros o árticulos una gran inquietud por comunicar y es muy grato leerte. Aunque el tema sea tan apocaliptico…
    Un gran abrazo

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.